Mateo, o Leví, hijo de Alfeo, vivió en Capernaúm. Fue un publicano o cobrador de impuestos. Él escribió el evangelio que lleva su nombre. Murió como mártir en Etiopía.
El llamamiento de Mateo al grupo apostólico es mencionado en Marcos 2:14, Mateo 9:9 y Lucas 5:27-28. De estos pasajes aprendemos que Mateo también fue llamado Leví. Era una costumbre común en el Medio Este en la época de Cristo que los hombres tuvieran dos nombres. El nombre de Mateo significa “un regalo de Dios”. El nombre Leví le pudo haber sido dado por Jesús. Es interesante que Santiago el menor, quien fue uno de los doce apóstoles, fue hermano de Mateo, también el hijo de Alfeo. Aunque sabemos poco sobre Mateo personalmente, el hecho sobresaliente sobre él es que fue un recaudador de impuestos. La versión Reina-Valera lo llama publicano, lo que en latín es Publicanus, enfatizando compromiso en el servicio público, un hombre que manejaba dinero público, o un cobrador de impuestos.
De todas las naciones en el mundo, los judíos fueron los que más odiaron a los cobradores de impuestos. Para el judío devoto, Dios era el único a quien era correcto pagar tributos e impuestos. Pagarlo a cualquier otra persona era infringir los derechos de Dios. El cobrador de impuestos era odiado no sólo sobre el terreno religioso sino también porque la mayoría eran notablemente injustos.
En las mentes de varios hombres Judíos honestos, estos cobradores de impuestos eran considerados como criminales. En los tiempos del Nuevo Testamento eran clasificados junto con las prostitutas, los gentiles y los pecadores (Mateo 18:17; Mateo 21.31, 33; Mateo 9:10; Marcos 2:15, 16; Lucas 5:30). Los cobradores de impuestos han sido conocidos porque determinaban el monto debido en sumas imposibles y a menudo ofrecían dinero en préstamo a los viajeros a tasas de interés muy elevadas. Así era Mateo. Aún así, Jesús eligió un hombre a quien todos los hombres odiaban y lo hizo uno de los suyos. Jesucristo pudo ver el potencial en el cobrador de impuestos de Capernaúm.
Mateo fue diferente a los otros apóstoles, quienes fueron todos pescadores. Él pudo usar una pluma de escribir, y por su pluma llegó a ser el primer hombre en presentar al mundo, en el idioma hebreo, un relato de las enseñanzas de Jesús. Es claramente imposible estimar la deuda que la cristiandad tiene para con este despreciado cobrador de impuestos. El hombre promedio habría pensado que era imposible reformar a Mateo, pero para Dios todas las cosas son posibles. Mateo llegó a ser el primer hombre que escribió las enseñanzas de Jesús. Fue un misionero del evangelio, que cambió su vida por la fe de su Maestro.
El símbolo apostólico de Mateo es tres bolsas de dinero las cuales nos recuerdan que él fue un cobrador de impuestos antes de que Jesús lo llamara.