Después de tratar de vivir como una mujer desde su infancia, un ex travesti dio testimonio del poder de Dios que transformó su vida. "Fui abrazado por el Señor. Hoy mi identidad está en Cristo", dijo.
Helder Oliveira tiene 28 años, nació en Porto Velho, Brasil, es un ex travesti y testifica sobre su trayectoria de vida hasta que se convirtió en cristiano. En una entrevista con Guiame, dice que nació en un hogar donde no había nadie que hablara sobre el amor de Dios.
“Mi padre fue uno de los más grandes brujos de Rondônia. Cuando era niño, mi madre decía que tenía dos padrinos que eran entidades de Umbanda”, recordó al decir que fue “ofrecido” a los demonios.
A los 5 años perdió a su padre y pasó por muchas necesidades con su madre, entre ellas la falta de alimentos: “Cuando ella se volvió a casar, yo tenía la esperanza de una vida mejor, pero mi padrastro la golpeaba mucho y yo solo pensé que, cuando creciera, lo mataría”.
Helder dice que tuvo su primera experiencia homosexual a los 10 años y, a los 14, ya andaba con homosexuales. “Dentro de mí pensaba que había nacido en el cuerpo equivocado. Yo era un adolescente normal, nadie se daba cuenta de que era gay. Pero yo tuve muchos traumas de ver a mi mamá golpeada tanto”, relató.
Helder dice que vivió con un transexual durante un año y luego encontró trabajo en las calles. “Iba a la avenida de los transexuales, en el mundo de la prostitución”, dijo, sumergiéndose en ese abismo.
“Mi vida estaba en mis manos y no escuché nada acerca de Dios. Creía ciegamente en las entidades. Hasta que, un día, cuando más lo necesitaba, las entidades no hicieron nada por mí. Y gasté miles en ellos. Fue entonces cuando me sentí como el hijo pródigo y recuperé el sentido”, reflexionó.
Helder dice que, además de la prostitución, también se involucró en el mundo del crimen y fue arrestado. Y fue en prisión donde tuvo su primer contacto con Dios.
“Le dije: 'Dios, no sé si soy digno de llamarte Padre y ni siquiera sé si tener esa libertad'. Le pedí a Dios que me sacara de ese lugar, porque si moría, mi madre no tendría dinero ni para pagar el traslado de mi cuerpo”.
"Recuerdo como si fuera hoy, Dios me envió un abogado privado. No tenía dinero. El mundo ya me había quitado todo lo que me había dado. El abogado me puso dentro de un proyecto de rehabilitación dentro de la prisión, dijo.
“Allí me sentí abrazada por el Señor. En 4 meses ya no estaba usando drogas, ni practicaba más la inmoralidad sexual. Poco a poco volví a ser quien era”, dijo.
Cuando salió de prisión, dijo: “Hoy mi identidad está en Cristo y doy mi testimonio como una forma de mostrar lo que el diablo puede hacer en la vida de una persona y lo que el poder de Dios puede hacer para restaurarla. Dios es asombroso".
Actualmente, Helder vive en Brasilia con su esposa Lucineide y su hija de 3 años, Lara Hadassa. Predica el Evangelio, viaja por Brasil dando su testimonio y vende sus libros para mantener a su familia.